Reinventando la granja de animales según la sociocracia

Una granja diferente

Érase una vez una granja como ninguna otra de la zona. Las otras granjas eran máquinas, se gestionaban con puño de hierro y se les sacaba el máximo provecho al terreno y a los animales que en ellas vivían. La costumbre era llevar látigo a todas horas. Si algún animal tardaba más de la cuenta en hacer sus tareas, no dudaban en sacarlo a pasear. La tierra de las otras granjas estaba cansada, como los animales. Para extraerle el máximo beneficio, se le rotaba el cultivo cada estación.

Pero esta granja era diferente. Napoleón, su dueño, no era una persona como las demás, ya que él era un cerdo. Un cerdo que, cansado de ser explotado por los seres humanos, consiguió echar al antiguo dueño de la granja y hacerse propietario de la misma. Napoleón era un cerdo de izquierdas y no quería que ningún animal en su granja tuviera que sufrir. Él creía que un mundo mejor era posible y que debía haber una manera de que todos los que aportaban en la granja tuvieran parte de los beneficios de la misma, incluso la tierra. Napoleón imaginaba una granja sin jefes ni jerarquías.

La mujer de Napoleón, Josefina, era una cerda brillante que había estudiado un MBA en el extranjero. Ella no tenía muy claro que aquellos ideales de Napoleón fueran posibles, pero como la granja daba dinero, no se oponía a las ideas de Napoleón.

Napoleón había estado investigando mucho y había encontrado una nueva forma de cultivar la tierra, la permacultura. Ésta prometía contar con terreno cultivable de forma permanente, recuperar los suelos degradados, reducir la contaminación y el uso de aire, agua, suelo y energía, producir alimentos orgánicos y contribuir a la solidaridad entre agricultores.

Al meterse de pleno en el mundo de la permacultura, Napoleón empezó a atraer a otros animales que soñaban con un mundo más justo y solidario. El primero en llegar fue Teo, una jirafa que había emigrado al norte. Teo venía de buena familia y también había estudiado en universidades extranjeras. Napoleón acogió a Teo en su granja y pronto Teo se convirtió en la mano derecha de Napoleón, al que le era muy leal. Juntos, Napoleón, Josefina y Teo hicieron prosperar la granja y quisieron incorporar a más animales.

Los siguientes en llegar fueron Josema la cabra, Antonio el toro, Fran el caballo, Adrián el perro, Alban la mula, Anastasio la vaca, Aladín el gallo, Abel el burro, Dani el conejo, Peter el búho y Sol la gallina. Los valores de la granja de Napoleón les habían atraído.

El primer gran proyecto juntos fue el de definir el eslogan de la granja. Empezaron con una lluvia de ideas en la que participaron todos los animales. Escribieron todas las propuestas en una gran pizarra sin juzgarlas. Luego hicieron preguntas sobre aquellas que no entendían. Una vez estaba todo claro para todo el mundo, como no sabían otra forma, decidieron por votación. La opción más votada fue “Disfrutando la Vida”. Napoleón estaba muy nervioso, su opción había quedado segunda, por poco: “Amamos los lunes”. Y no contento con ello, sugirió, enfáticamente, que hicieran una mezcla entre la primera y la segunda opción. Su argumento fue que entre las dos opciones tenían el 90% de los votos. Desde entonces el eslogan de la granja fue “Disfrutando los lunes”.

Todos parecían contentos, sobre todo Napoleón, que se fue a su habitación con la cabeza bien alta y satisfecho. Pero algunos animales estaban un poco desconcertados.

– ¿No se suponía que todos éramos iguales? – Pensaba Abel.

– ¿Por qué hemos tenido que cambiar la opción más votada? – dijo Antonio.

Teo, calmando los ánimos como de costumbre, se quedó hablando de lo bueno que era trabajar en la granja de Napoleón, en la que todos podían participar.

¡Ay! Si hubieran sabido tomar decisiones por consentimiento, cómo de diferente hubiera sido este proceso.

Aprende sociocracia en un contexto real

  • Facilitación de reuniones sociocráticas.
  • Creación de propuesta y toma de decisiones por consentimiento.
  • Integración de objeciones.
  • Estructuras circulares.
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Estructura plana. Promesas sobre la propiedad.

Como ya sabíais, Napoleón era un cerdo de izquierdas, o sea un zurdo. Y un pensamiento muy arraigado entre los zurdos es que la propiedad es de quien la trabaja. Ese tema salía a menudo en la granja:

– Napoleón, ¿cómo es que la granja es solo propiedad tuya si aquí hacemos el esfuerzo entre todos los animales? – le preguntó Aladín.

– A lo que Napoleón le contestó:

– La granja no es sólo mía, también es de Josefina, porque nosotros llegamos primero.

– Pero Josefina sólo tiene el 1% – insistió Antonio – y además es tu mujer.

Lo cierto es que era una conversación incómoda que erosionaba la credibilidad de Napoleón ante el resto.

– Si de verdad esta es una granja diferente, deberíamos ser todos propietarios. – dijo Anastasio.

– ¿Ah sí? ¿Y qué porcentaje creéis que debería tener cada uno? – respondió Napoleón, visiblemente irritado.

– Adrián saltó con una idea: “Podríamos hacer como Google hace con las páginas web y calcular el peso de cada animal en la organización. Así, el peso relativo sería el porcentaje de propiedad que debería tener cada uno”.

El resto miraron a Adrián confusos, no estaban seguros de qué significaba todo eso y lo que hacía Google tampoco lo entendían. Pero vieron una oportunidad de que Napoleón cediera algo de poder, así que apoyaron la propuesta. Y cantaron todos juntos:

– Éramos bestiario, seremos propietarios.

– Todo ante notario, seremos propietarios.

– Napoleón es legendario, seremos propietarios.

– No somos millonarios, seremos propietarios.

– Que lo sepa el vecindario, seremos propietarios.

– No solo proletario, también soy propietario.

Con tantos cánticos, Napoleón no tuvo más remedio que aceptar la propuesta de Adrián. Pero puso una condición, quería entender cómo funcionaba el algoritmo. A todos les pareció comprensible, ellos también lo querían entender.

Al cabo de una semana, Adrián trajo una propuesta de algoritmo basado en artículos científicos que todos podrían inspeccionar. Los animales hicieron preguntas sobre cómo funcionaba y una vez todos lo habían entendido, empezó el proceso de evaluación. Cada animal debía compartir cuál pensaba que era el peso de los otros animales en la granja.

 – ¿Los pesos que pongamos, se comparten con los demás? – preguntó Fran.

 – Deberían, ¿no? La transparencia es importante en una organización plana –respondió Dani.

Se hizo un silencio incómodo. Todos se miraban unos a otros pero nadie decía nada.

No todo tiene que ser transparente, podemos mantener los pesos privados. – dijo Adrián, notando la tensión en la granja – yo me encargo de recogerlos y ejecutar los cálculos.

Todos confiaban en Adrián y aceptaron enviarle los pesos. Al cabo de unos días, Adrián ya había recibido los pesos de 5 animales, faltaban 8. Adrián les recordó a todos que necesitaba sus estimaciones de pesos para poder proceder y 6 más enviaron sus pesos. Faltaban Napoleon y Josefina.

Adrián se reunió con los cerdos para pedirles de nuevo su votación y Napoleón le dijo que era muy complicado y que tenía que pensarlo un poco más.

– Si me dejas ver lo que han votado los demás, quizás me ayude. – Le susurró Napoleón a Adrián.

– Pero prometí que no compartiría los votos con nadie. – dijo Adrián consternado.

– Nadie se enterará y así podremos acabar el proceso para que todos seamos propietarios – replicó Napoleón.

Adrián estaba un tanto nervioso. Por un lado, quería ayudar a Napoleón a decidirse y la transparencia era algo en lo que creía firmemente. Pero por otro lado, no quería faltar a su palabra y perder la confianza del resto de los animales.

– No puedo hacer eso, lo siento. – Le dijo Adrián a Napoleón. – Faltaría a mi palabra con el grupo, acordamos mantener la información confidencial.

Napoleón intentó ocultar su enfado ante la negativa de Adrián y se fue a su establo personal. A Adrián no le quedó claro cuándo Napoleón le iba a dar su voto. Pasaron los días y Adrián siguió insistiendoles a Josefina y Napoleón para que le mandaran su valoraciones, pero nunca lo hicieron.

Y así fue como la granja se mantuvo propiedad de Napoleón.

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¿Quién es quién en esta granja?

Inspiración y Formación

 En 2014 se publicó el ahora archiconocido libro de Reinventing Organizations de Frederic Laloux. En la granja, no tardaron ni un mes en comprar varios ejemplares y organizar un club de lectura para desgranar el libro. Mientras lo leían, todos los animales se iban motivando. El libro describía una serie de niveles de consciencia por los que pasaba una organización:

NivelCaracterísticasEstilo de
liderazgo
Descubrimientos
clave
Ejemplos
Rojo
(Impulsiva)
Ejercicio constante de poder para
mantener a las tropas en línea.
El miedo es el pegamento de la organización.
Altamente reactivo y con foco en el corto plazo.
Prospera en entornos caóticos
DepredadorDivisión del trabajo
Autoridad de mando
Mafia
Pandillas
callejeras
Milicias tribales
Ambar
(Conformista)
Roles muy formales en
jerarquía.
Comando y control desde
arriba.
Valora la estabilidad a través de procesos
rigurosos.
El futuro es una repetición del pasado
Paternalista
autoritario
Roles formales
Procesos
Organismos religiosos
Armada
Agencias gubernamentales
Naranja
(Triunfador)
La meta es ganar a la
competencia, conseguir
beneficios y crecimiento
La innovación es la clave para mantenerse en la cresta de la ola
Gestión por objetivos
Decidido, orientado a metas y objetivosInnovación
Responsabilidad
Meritocracia
Compañías
multinacionales
Verde
(Pluralista)
Foco en cultura y empowerment para conseguir empleados extraordinariamente motivadosOrientado a
consenso, participativo,
servicial
Empowerment
Cultura basada en valores. Incluira todas las partes interesadas
Organizaciones
guiadas por cultura (e.g., Southwest, Airlines, Ben&Jerry’s…)
Teal
(Evolucionario)
La autogestión reemplaza a la pirámide jerárquica.
Se ve a la organización como un ente vivo, con su propio potencial creativo y propósito evolutivo.
Distribuido, con
validación interna y propósito compartido como
motivador principal y vara de medir
Autogestión
Integridad
Propósito
Evolutivo
Patagonia
FAVI
Buurtzorg
Niveles de consciencia de una organización según “Reinventing Organisations” (F. Laloux)

– ¡Seremos una organización Teal! – proclamó Napoleón al acabar de leer el libro.
– ¡El mundo entero disfrutará los Lunes! – siguió Teo.

Los animales estaban convencidos de que su nivel actual era el verde. La granja era una familia en la que se sentían empoderados y se incluía a todas las partes interesadas en las decisiones… a menudo.

Para llegar a la autogestión Frederic Laloux proponía en su libro utilizar el proceso de asesoramiento (Advice Process en inglés) para la toma de decisiones:

  1. Alguien nota un problema u oportunidad y toma la iniciativa, o alerta a alguien mejor situado para hacerlo.
  2. Previo a realizar una propuesta, el iniciador puede buscar información para recopilar perspectivas antes de proponer una acción.
  3. El iniciador hace una propuesta y busca el consejo de los afectados o de aquellos con experiencia.
  4. Teniendo en cuenta este consejo, el tomador de decisiones decide una acción e informa a quienes han dado el consejo.

En la granja empezaron a aplicar el proceso de asesoramiento de inmediato. Se formaron grupos de interés en los que trataban problemas de la granja para resolverlos. Curiosamente, Napoleón estaba metido en todos los diferentes grupos. Nadie sabía de dónde sacaba el tiempo para estar al día de todos los temas que se trataban. De hecho, era habitual que algunos temas se atascaran por falta de disponibilidad de Napoleón y eso generaba bastante frustración.

Viendo que muchas de las iniciativas estaban paradas, los animales de la granja decidieron hacer una retrospectiva (una sesión creativa para discutir problemas y buscar maneras de mejorar la situación). En dicha reunión se decidió que para agilizar las iniciativas era importante enfocarse en las más importantes, así que limitarían el número de iniciativas en curso a 5 y cada animal solo podría participar en 3 de ellas máximo.

Parecía una buena idea, inicialmente. Al cabo de un par de semanas lo que acabó pasando es que de las 5 iniciativas, tres las escogió Napoleón y las otras dos las escogieron Josefina y Teo. Con lo cual los animales de la granja se desmotivaron porque no podían trabajar en aquellas cosas que a ellos les parecían importantes.

– Napoleón no sabe delegar. – rechistaba Anastasio de camino al huerto.
Tengo unos amigos que nos podrían ayudar, ¿habéis oído hablar de la sociocracia? – comentó Peter.

¿Funcionará la sociocracia en la granja? ¿Será capaz Napoleón de confiar en las decisiones de los demás animales? ¿Devolverá la motivación este nuevo modelo organizativo?

Todo esto y más quedará respondido en la segunda parte del artículo. ¡Hasta pronto!

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