El proceso de evaluación de roles

Pasar de la cultura del juicio y la culpabilidad a la del reconocimiento y colaboración

En este artículo podrás aprender de nuestra experiencia y conocer:

  • Algunas prácticas poco sanas en la evaluación de roles
  • Cómo se está experimentando el cambio en muchas organizaciones
  • Los procesos de evaluación y retroalimentación en la práctica
  • Cómo aplicarlo en nuestras organizaciones

Venimos de prácticas poco sanas a la hora de evaluar a las personas en el desempeño de sus funciones.

Muchas personas hemos crecido y sido educadas en sistemas en los que si no sabes algo o hay algo que no se te da bien, eres juzgado/a y, en muchas ocasiones, recibes un castigo (directo o indirecto) o reprimenda por ello. Son sistemas que fomentan los sentimientos de culpa, vergüenza, frustración, ira o desánimo.

Otra de las prácticas habituales es no transmitir a la persona lo que no está funcionando de su trabajo y directamente prescindir de ella sin previo aviso.

El cambio que están experimentando muchas organizaciones, incluye la transformación de estos procesos también.

La manera en la que evaluamos y retroalimentamos la labor que desempeñan las personas en nuestros equipos.

Lo más importante de estas maneras de evaluación es la mentalidad con la que llegan las personas a retroalimentar y a ser retroalimentadas y el conocimiento de todo el equipo de retroalimentación sobre cuál es el propósito de esa reunión.

Una de las diferencias con otros procesos es que se trata de un grupo de personas seleccionado por quien va a recibir la retroalimentación. Esto es importante, porque así la persona elige aquella retroalimentación que desea recibir para seguir mejorando en su desempeño. Elige personas de quienes desea conocer cómo les ha funcionado trabajar con ella y su punto de vista respecto a su desempeño de rol. 

Quienes llegan, saben que su propósito en la participación en esa reunión es contribuir al bienestar de la persona retroalimentada, compartiendo con ella todo aquello que ha funcionado para ellos y ellas. Le comparten todas aquellas cualidades que la persona retroalimentada posee y que puede seguir potenciando y también todas aquellas que puede desarrollar.

Los procesos de evaluación en la práctica

Actualmente, hace cinco años que participo en este tipo de procesos, tanto como persona retroalimentada, como miembro del equipo de retroalimentación de otras personas y puedo decir que es una de las experiencias más transformadoras que existen. Se viven momentos de profunda conexión, colaboración y apoyo mutuo. Sientes como tus compañeros y compañeras de trabajo reconocen y valoran tu trabajo, incluso muchas cosas que no conocías que el resto valoraba y apreciaba de tí. Y también se agradece mucho cuando el resto tiene la confianza de apoyarte para poder desempeñar mejor tu rol, o al menos de una manera que pueda funcionar mejor para ellos.

¿Cómo aplicar estos procesos en nuestras organizaciones?

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La recomendación es hacer esto una vez al año para poder mantener una cultura de mejora continua, conexión y transparencia respecto a lo que hacemos y cómo el resto lo recibe. Cuando seleccionamos a una persona para un rol, es bueno saber en qué momento vamos a hacer su retroalimentación.

Normalmente las personas tienen deseo de seguir mejorando y aportando lo mejor de ellas, pero necesitan información para poder hacerlo. Tener espacios fijados de manera intencional para ello, evita situaciones en las que se da retroalimentación en momentos en los que la persona no lo ha solicitado o no está receptiva para escucharlo. Haciéndolo en un momento en el que todo el grupo está abierto y preparado para ello consigue que nuestros equipos se fortalezcan, las relaciones interpersonales mejoren y la labor que desempeñamos como equipo también se vea beneficiada.

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